Continuando con el post “Impacto de la inflación en la empresa, primera parte”, en éste voy a explicar los efectos que tiene la inflación en la productividad y la contabilidad.
2. La productividad
La inflación puede afectar no sólo las actividades productivas sino también la productividad de una empresa. Así, la inflación tiende a promover las actividades poco productivas, de corto plazo y especulativas, y desestimula las actividades productivas.
Además, la empresa sufrirá distintos efectos según sea la combinación de los distintos factores productivos que emplee. De ese modo las variaciones relativas de los costes salariales, los costes de los bienes de capital, etc., podrían hacer que se tenga que variar la asignación de recursos original, ya que de acuerdo con las nuevas condiciones tal vez deje de ser la óptima. En la medida que los precios específicos de los diferentes factores aumentan en forma distinta, algunos equipos podrían resultar obsoletos.
Un equipo que es considerado el ideal para cierto nivel salarial podría no serlo para un nivel superior. También las variaciones en la demanda pueden provocar la obsolescencia de alguna maquinaria y equipo, ya que un conjunto de máquinas podría ser el mejor para cierto nivel de producción y dejar de serlo por el aumento en los costes para distinto nivel de producción.
Al aumentarse el precio de los equipos y maquinaria cada vez resulta más costeso realizar ampliaciones de la capacidad instalada. Esto además dificulta la planeación e implica la necesidad de ajustar los cargos por depreciación al verdadero costes de reposición del activo. De otro modo se verá disminuida la capacidad productiva, esto ante la imposibilidad de reponer los activos fijos depreciados al final de su vida útil.
Como resulta evidente, la inflación desanima la inversión, ya que se disminuyen los beneficios reales y las posibilidades de aumentar la productividad de la empresa.
3. La contabilidad de la empresa
El dinero como unidad de cuenta proporciona grandes ventajas, ya que sirve para registrar, resumir, controlar y comparar transacciones económicas. Pero todos estos beneficios se ven sumamente mermados cuando su valor no es estable, o sea, cuando la inflación carcome su poder adquisitivo. Esto provoca que a lo largo del tiempo en realidad no se disponga de una unidad de medida homogénea, ya que en ese sentido se tiene una unidad distinta para cada período. Esto además distorsiona el papel de la contabilidad como medio de obtener información suficiente y oportuna para la adecuada toma de decisiones.
De esa forma es necesario que los estados financieros consideren esas variaciones del poder de compra de la moneda, ya que de otro modo carecerán de significación real. Es vital que la información contable sea verdadera, ya que de ser falsa conducirá a tomar decisiones equivocadas, y por consiguiente frustrará los objetivos planteados por la dirección.
De ese modo se puede citar una serie de situaciones en las cuales la información que proporciona la contabilidad será sesgada por causa del efecto de la inflación. Por ejemplo, al fijarse el precio de venta de los productos en función del coste histórico de los mismos, se arriesga la reposición de existencias, al experimentar aumento en sus precios. Por otro lado la inflación deforma los estados financieros, así la contabilidad tradicional deja de ser significativa al no considerar la erosión que se produce sobre el patrimonio y los resultados económicos.
Los costes de ventas que se registran son inferiores a los verdaderos, al valorarse las compras y los inventarios a su coste histórico. El problema es mayor en empresas con baja rotación de inventarios. El hecho de mostrar en la información contable resultados ilusorios puede llevar a decisiones erróneas.
Por otro lado, la contabilidad tradicional no registra las pérdidas que se generan por el mantenimiento de activos monetarios, dada su pérdida del poder de compra. Además el reparto de dividendos, de acuerdo con la contabilidad convencional, no garantiza la conservación del poder adquisitivo de los recursos invertidos por los accionistas.
Por todo lo anterior se puede decir que en situaciones de inflación es imperiosa la necesidad de ajustar la contabilidad convencional, de modo tal que ésta esté expresada en términos homogéneos, y por ende sea comparable a través del tiempo. En otros términos, se debe eliminar el efecto distorsionador del incremento generalizado de los precios.
Es así como se han desarrollado algunos métodos alternativos a la contabilidad convencional o contabilidad histórica. Adolfo Blanco (1983) cita tres criterios para cuantificar los efectos de la inflación:
En períodos de inflación es más conveniente el uso del método UEPS de valoración de inventarios que el PEPS. Esto ya que UEPS da como resultado pagos más bajos del impuesto sobre la renta si los precios suben. Charles Horngren (1991) asegura que: «Se critica a PEPS porque en períodos de inflación exagera la utilidad por la llamada utilidad en inventarios«.
En el siguiente post hablaré de los efectos de la inflación la situación financiera de una empresa, los impuestos y la toma de decisiones.
Un cordial saludo.
Profesor de Dirección de Finanzas
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